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Drones en agricultura: una tecnología para analizar con prudencia
Prudencia. Esa es una de las conclusiones del uso de los drones en agricultura (también conocidos como UAVs)
12 03 2015
Jornadas realizadas a finales del año pasado: “Vuelos no tripulados. La revolución de los drones” en Fimart, (Córdoba) y la “Utilización de los UAV (vehículos aéreos no tripulados) en agricultura y gestión del agua” organizada por Riegos del Alto Aragón en Huesca.
El uso de drones en agricultura es una de las tecnologías que más interés ha despertado en los últimos años, aunque, a tenor de lo que aconsejan los expertos, hay que analizarla con prudencia y hacer estudios de costes y beneficios.
¿Por qué? En primer lugar porque se precisan varios requisitos legales y administrativos que complican la realización de un vuelo. Según explicó una de las investigadoras que mejor conoce esta tecnología, Francisca López-Granados (CSIC, Córdoba), la legislación española está todavía está en pañales y es poco específica, aunque posee una normativa desde julio de 2014 [epígrafe V]; para realizar un vuelo se precisan varios permisos oficiales (además de lunas condiciones climáticas optimas), y el piloto debe ser profesional.
"Algún día el uso incontrolado de los drones dará algún disgusto” he oído advertir a López-Granados. Y es que el dron o UAVs existe desde hace unos 30 años; se trata de aeromodelos que han revolucionado diversos sectores cuando se les ha añadido un procesador de datos. De hecho, el coste de un dron no es demasiado alto, y, según apuntaron en Fimart “actualmente, el 60% de la construcción es amateur”.
En segundo lugar, la prudencia es necesaria porque el uso de los drones en agricultura no es la panacea para el sector. Se trata de una herramienta para recoger datos sobre los cultivos (como hacen los satélites, pero con mayor precisión y flexibilidad). Luego, hay que analizar escrupulosamente esa información y, posteriormente, usarla en lo que se conoce como agricultura de precisión, donde se puede utilizar maquinaria muy avanzada que aplica más o menos nitrógeno, fitosanitario o agua allí donde el cultivo lo precisa.
“Lo importante no es el dron, sino los datos que aporta”, afirmaron en Fimart. Datos que un agrónomo debe interpretar para que el agricultor los aplique en su explotación. El empresario agrario es quien debe analizar si la inversión en el vuelo y en la información que aporta un dron compensa la reducción de costes en herbicidas, fertlizantes y riego.
La agricultura de precisión es un término que manejan muchas empresas de insumos, pero que, al parecer, pocos profesionales practican. Según me confesó la investigadora del CITA y experta en teledetección por satélite, Auxiliadora Casterad (CITA, Zaragoza), los agricultores que usan la teledetección son los menos.
No obstante, la agricultura de precisión es el camino a seguir por las explotaciones agrarias más profesionales y el uso de drones puede ayudarles a ello. Quizás, como se concluyó en Fimart, en el futuro “no vemos a los agricultores comprando drones, pero sí contratando sus servicios”.
ELISA PLUMED